¿De qué hablamos?

¿Qué es el trastorno bipolar? 

Los trastornos de la afectividad se caracterizan por la incapacidad de mantener el estado de ánimo en unas fluctuaciones normales, es decir, en una persona "normal" a lo largo de su vida hay momentos de mayor excitación y momentos de mayor tristeza, estos pacientes son incapaces de gestionar esto. 




En el caso del trastorno bipolar, ya que es la enfermedad de la que hablamos, se producen períodos de excitación extrema (vamos a llamarlo por su nombre, período maníaco) y varía a períodos de tristeza extrema (depresión) por lo que se ven afectadas sus relaciones personales y laborales enormemente. 

Sus fluctuaciones varían enormemente dependiendo del individuo, hay enfermos que en minutos u horas pasan de un estado maníaco a depresivo y hay otras que en días o semanas. 

Para que sea diagnosticado como patológico deben haberse producido estas fluctuaciones al menos durante 2 semanas. 




Las causas exactas se desconocen, pero sí se sabe que hay un importante factor genético en el desarrollo de la enfermedad, ya que la mayor parte de los enfermos tienen o tuvieron algún pariente que padeció la enfermedad. 




Afecta de igual manera a hombres y a mujeres y su aparición generalmente entre los 15 y los 25 años de edad. Aproximadamente un 20% de los pacientes se cronifican, por lo que mantienen su enfermedad con episodios depresivos y maníacos durante toda la vida, aunque con un correcto tratamiento farmacológico (el fármaco de elección suele ser el litio) y unos buenos hábitos se puede controlar la enfermedad. 



¿Cuales son sus síntomas? 

Durante la fase maníaca

  • Agitación o irritación.
  • Autoestima elevada (delirios de grandeza, creencias falsas en habilidades especiales).
  • Poca necesidad de sueño (pueden permanecer días sin dormir).
  • Estado de ánimo notoriamente elevado: hiperactividad, incremento de la energía, falta de autocontrol, pensamientos apresurados (refieren que su mente va más rápido que ellos)
  • Compromiso exagerado en las actividades.
  • Control deficiente del temperamento. 
  • Comportamientos imprudentes: incurrir en excesos de comida, bebida y/o consumo de drogas, deterioro de la capacidad de discernimiento, promiscuidad sexual, hacer gastos exagerados. 
  • Tendencia a distraerse fácilmente. 

Durante la fase depresiva: 

  • Estado bajo de ánimo.
  • Dificultad de concentración, recordar o tomar decisiones.
  • Trastornos en la alimentación: pérdida del apetito y pérdida de peso, consumo exagerado de alimentos y aumento de peso 
  • Fatiga o desgana. -Sentimiento de desesperanza y/o culpa y falta de valor.
  • Pérdida de la autoestima: Tristeza permanente. 
  • Pensamientos frecuentes acerca de la muerte. 
  • Trastornos del sueño: somnolencia excesiva, incapacidad para dormir…etc.
  • Pensamientos suicidas. 
  • Anhedonía:  Apatía por las actividades que alguna vez fueron placenteras.
  • Aislamiento social.

¿Cómo se diagnostica? 

El paciente, la familia, los amigos o los signos y síntomas observados por algún profesional, son los que suelen detectar la enfermedad. 

A este le sigue un diagnóstico basado en la duración e intensidad de determinados signos y síntomas conforme al DSM (Manual de Diagnóstico de los trastornos Mentales) o los recogidos en la “Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relativos a la Salud” de la OMS. 

El síntoma común es el cambio brusco de humor y comportamiento, es decir etapas normales seguidas de períodos, episodios o etapas maníacas o depresivas, por separado o alternándose. 

Las fases en las que el enfermo se siente deprimido o eufórico suelen ser variables y a veces coinciden con cambios meteorológicos y de estación, o relacionados con acontecimientos vitales. 

Parece ser que la posibilidad de padecer la enfermedad si uno de los padres la sufre, es bastante elevada. Un examen físico y biológico mediante una analítica completa que descarte otras patologías tales como problemas con la glándula tiroidea, también está indicado, así como observaciones craneales mediante pruebas de imagen, a fin de descartar masas y tumores. 

Si la recaída se debiera una vez diagnosticada la enfermedad y ya en tratamiento con medicamentos, la analítica incluiría la posible toxicidad de la medicación, en especial el Litio.