Bipolaridad en la historia

Los trastornos afectivos, dentro de los que se encuentra el Trastorno Bipolar, han sido descritos desde comienzos de la historia escrita. Desde el comienzo, se observaba una relación entre los episodios de manía y depresión (antiguamente llamada melancolía), pero se las consideraba enfermedades independientes, alternantes o complicaciones una de la otra. 

En el Antiguo Egipto, hace más de 3000 años, ya se hacia referencia a la melancolía. Los sacerdotes conocían la depresión y la asociaban a una pérdida psicológica. En el Antiguo Testamento hay reseñas de estas manifestaciones, un ejemplo de esto es la descripción del Rey Saúl, como una persona afectada por episodios de depresión recurrentes. 



En la literatura griega clásica prosiguen las descripciones de estas manifestaciones. Homero (poeta griego, circa s. X-IX a. de J.C.), en el VI canto de la Ilíada explica “la miseria melancólica de Belerofonte como debida al abandono de éste por parte de las potencias sobrenaturales que, desamparado por los dioses, para librarse de ese «negro» pesar, no tenía más remedio que esperar a conseguir recobrar la benevolencia divina” 

Las palabras “depresión” y “manía”, tienen su etimología en el lenguaje griego clásico. En el siglo VI a.C, hay un movimiento en la concepción de enfermos mentales, pasando de una concepción teológica y filosófica a una médica, introduciéndose en el ámbito curandero. El pensamiento de Hipócrates (médico griego, s. V y IV a.C.) crea el máximo esplendor de este movimiento, constituyendo los orígenes de la medicina occidental. En su libro “Las Epidemias” hace referencia a la melancolía “si el miedo y la tristeza perseveran mucho tiempo, hay melancolía.”  



En la concepción hipocrática se hacía referencia a melancolía como bilis negra, constituyendo su agente causal. En la teoría de los humores, manía era visto como el crecimiento de la bilis amarilla, o una mezcla de bilis amarilla y negra. La separación entre depresión y manía se mantiene con otros médicos como Sorano de Éfeso, hasta Areteo de Capadocia (médico griego, s. I d. de J.C.) que establece la conexión entre manía y melancolía, manifestando que formaban parte de un único trastorno. Lo que podemos apreciar en algunas de sus citas “algunos pacientes después de estar melancólicos tienen cambios a manía...por eso esta manía es probablemente una variedad del estado melancólico... La manía se expresa como furor, excitación y gran alegría... Otros tipos de manía tienen manifestaciones delirantes de tipo expansivo: el paciente tiene delirio, estudia astronomía, filosofía... se siente poderoso e inspirado.” 

Estos dos términos, manía y melancolía, junto con frenitis, que rigurosamente corresponde a un delirium agudo orgánico, comprendían todas las enfermedades mentales en la antigüedad. 

La obra de Galeno, médico griego (130-200 d.C.), será patente en obras médicas de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco hasta el siglo XVIII. 


En su obra, realizó extraordinarias descripciones sobre la melancolía y la manía, establece la melancolía como una enfermedad crónica y recurrente, refleja que la manía podía ser una enfermedad primaria del cerebro o secundaria a otras enfermedades. 

Para Galeno, la melancolía se debía indudablemente a la bilis negra, cuyo exceso de podía manifestarse y desarrollarse en distintas partes del organismo y provoca una serie de síntomas: “1º Puede ocurrir que la alteración de la sangre se limite sólo al encéfalo. 2º Puede ocurrir que la atrabilis se desparrame por las venas de todo el organismo, incluyendo el encéfalo, el diagnóstico en este caso nunca falla cuando la sangría del brazo da una sangre muy negra y muy espesa. 3º La enfermedad puede tener su origen en el estómago; entonces tendremos infarto, éxtasis, obstrucción e hinchazón en la región de los hipocondrios -de ahí el nombre de afección hipocondríaca que se da a la enfermedad. Desde el estómago, hinchado y lleno de bilis negra, los vapores tóxicos suben al encéfalo, ofuscan la inteligencia y producen los síntomas melancólicos. Dichos vapores no sólo explican las ideas negras, sino también ciertas alucinaciones al obscurecer el espíritu...»

En la Edad Media (500-1450) prevalece el pensamiento mágico y la interpretación demonológica de la enfermedad. En esta época muchos autores médicos continúan diferenciando la manía y la melancolía, aunque establecen cierta relación como Alejando de Talles (525- 605), Avicena (980-1037), Gaddsen (1280-1361) o Manardus (1426-1536) 



En el Renacimiento (1500-1700), considerado “la edad de oro de la melancolía", Jason Pratensis (en 1549) escribe: «muchos médicos asocian manía y melancolía en un sólo trastorno, porque consideran que ambas tienen el mismo origen y la misma causa, y difieren sólo en el grado de manifestación. Otros consideran que son bastante distintas». 

El Tratado sobre la melancolía escrito por Timothy Bright (1586), constituye la primera monografía escrita en inglés que describe los sentimientos de los pacientes melancólicos y afirma desde la concepción humoral, que no constituía una «conciencia del pecado», por lo rechaza la idea teológica y filosófica de la Edad Media, al igual que Francisco Vallés (médico español) desde el pensamiento de que la melancolía estaba producida por causas naturales. 



Esta crítica hacia las ideas tradicionales, se convierte en sistemática en el Barroco (finales s. XVI - mediados s. XVIII). Se establece que el cerebro estaba implicado en los trastornos mentales, reflejado en el testimonio de Robert Burton quién mantenía una relación entre los factores psicológicos y no psicológicos, como la herencia. 

En siglo XVIII, se despierta el interés por los fenómenos convulsivos y se atribuye a los nervios muchos de los síntomas, ya que se conocen mejor las estructuras nerviosas. En la Ilustración se atribuye a los nervios y a las funciones del cerebro la enfermedad mental. Andrés Piquer (1711-1792) dejó un excelente manuscrito en su obra Discurso sobre la enfermedad del Rey, Nuestro Señor, Don Fernando VI (que Dios guarde) sobre la melancolía. 

A finales del s. XVIII, para los autores de la Ilustración, se establece la melancolía como la dominación excesiva que ejerce sobre la mente una idea exclusiva. Pinel (1745 -1826) en su en su Traité Medico- philosophique sur l'Aliénation Mentale (1806) describe la melancolía, “consiste en un juicio falso que el enfermo se forma acerca del estado de su cuerpo, que él cree en peligro por causas nimias, temiendo que sus intereses le salgan mal”. Establece su tratamiento fundamentalmente desde la perspectiva moral, según él era necesario “destruir la idea exclusiva”. 

El discípulo de Pinel, Esquirol (1820), al igual que otros autores de comienzos del s. XIX, se encargaron de eliminar la concepción humoral y crearon nuevas denominaciones como monomanía triste, tristemanía o lipemanía. 



Un discípulo de Esquirol, Jean Pierre Falret, en 1854, describe la locura circular como estados depresivos y maníacos separados por un intervalo libre, destacando el curso intermitente, el comienzo frecuentemente brusco y el carácter reversible de la mayoría de los episodios. 

Otro discípulo, Jules Baillarger describe la locura de doble forma, por lo que constituyen el concepto de trastorno afectivo bipolar, diferenciándolo de otras patologías psiquiátricas. 

Griessinger (1817-1868), psiquiatra alemán, describe clínicamente la manía y la melancolía, como trastornos crónicos de pobre pronóstico, haciendo referencia a la manía como fase final de la melancolía agravada, es decir, estableció dos etapas de una enfermedad, bajo la influencia de la concepción de Areteo. 

Mendel (1881) describe por primera vez, la hipomanía como “leves estados abortivos de manía.” 

Kahlbaum en 1882, hablaba de vesania (psicosis) típica circular al describir estos trastornos melancólicos y maníacos. También describe formas leves de estos trastornos a los que llamó ciclotimia y denomina a una gran variedad crónica de melancolía como distimia. 

Emil Kraepelin, en 1896, siguiendo las observaciones clínicas de los psiquiatras franceses, introdujo el concepto de locura maníaco-depresiva como entidad nosológica independiente. Introdujo el concepto de manía simple y la melancolía evolutiva, basándose en el carácter hereditario, la sintomatología afectiva similar, la sucesión periódica de fases melancólicas y maníacas y un buen pronóstico sin deterioro progresivo, lo que hizo que se llamara demencia precoz. Delimitó la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Sus tesis, dominaron hasta la década de los 70 y se diferencia los trastornos unipolares de los bipolares, gracias a Leonard, en 1957. 


En 1949, J. Cade, australiano, descubre el poder antimaníaco del carbonato de litio y salva muchas vidas. 

En 1952 se escribe la primera edición (DSM-I) del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, de la American Psychiatric Association, dónde se clasifican los trastornos mentales con descripciones claras de las categorías diagnosticadas, para poder diagnosticar, estudiar y tratar estos trastornos, con el fin de mejorar la comunicación entre clínicos, como variante del CIE-6 (Clasificación Internacional de Enfermedades, 6ª edición). 

Actualmente el DSM ha publicado la versión revisada DSM-IVTR y la CIE utiliza la versión CIE-10.