Infancia, adolescencia y T. Bipolar

El Trastorno bipolar en la infancia y adolescencia es una enfermedad importante, seria y tratable. 

Se dice que es debido a causas cerebrales, posible genética y cuyas característica fundamentales son los cambios bruscos en el estado de ánimo, aunque con alteraciones en la conducta general del niño. 




Sin embargo, la frecuencia del trastorno bipolar se eleva de forma considerable en la adolescencia, lo cual no es sorprendente, pues muchos adultos con trastorno bipolar dicen de tener una primera aparición durante su adolescencia. 

Los niños y adolescentes suelen tener vaivenes de humor muy rápidas entre episodios maniacos y depresivos a lo largo de un día. Mientras que en los adolescentes tardíos, experimentan más episodios de tipo adulto que suelen comenzar con un episodio maniaco y con periodos relativamente estables entre episodios. 

Dentro de las causas del Trastorno bipolar una de las principales es la genética. Debemos tener en cuenta el historial familiar puede resultar útil para establecer el diagnóstico correcto. 

El trastorno bipolar tiene más posibilidades de afectar a los descendientes de padres con esta enfermedad. Es importante no confundir las características del “Trastorno por Déficit Atencional, Hiperactividad y Problemas de Conducta” con las características del Trastorno Bipolar. 

También hay que tener en cuenta las circunstancias psicosociales que rodean a la enfermedad. 

Los síntomas principales que pueden manifestar los niños no son constantes, ni tienen por qué darse todos en todos los niños. 

  1. Alteraciones del estado de ánimo: Suelen tener un humor eufórico, irritabilidad, los cambios de humor suelen aparecer rápidos pudiendo tener una duración desde horas a pocos días y pueden comenzar de forma explosiva. 
  2. Ansiedad: Los niños con edades entre 5-7 años, pueden presentar episodios de ansiedad de separación, sobre todo cuando se encuentra en un estado de ánimo depresivo.
  3. Conductuales y cognitivos: Como hiperactividad con episodios de agitación, negativismo, desobediencia, desafío a la autoridad, problemas de atención, pensamiento muy acelerado, conducta arriesgada, conducta sexual alterada, etc.
  4. Alteraciones psicofisiológicas: Como en el sueño (insomnio o somnolencia, terrores nocturnos y pesadillas), caprichos en las comidas, enuresis (persistencia de micciones incontroladas). 

Los síntomas principales que pueden manifestar los adolescentes pueden presentarse de cualquier forma y con pocas diferencias de cómo suelen aparecer en el adulto, y los dividimos en: 

Bipolar I. Suelen mostrarse episodios alternos de depresión y manía con intensidad variable. Los síntomas de depresión pueden manifestarse por: 
  • Tristeza, llantos frecuentes, ideas de suicidio o pensamientos repetitivos sobre la muerte, alteraciones del sueño (insomnio o excesiva somnolencia), alteraciones del apetito, irritabilidad, cambios escolares y en las relaciones sociales. 
  • Los síntomas de la manía pueden manifestarse por humor elevado, desmedido e injustificado, iIrritabilidad excesiva o cambios bruscos, excesivamente hablador, alteración del sueño (insomnio), delirio de grandeza y de omnipotencia, pensamiento superficial, pérdida del apetito o por el contrario, aumento del apetito, alteración sexual con riesgos importantes. Puede haber entre ambos episodios periodos de absoluta normalidad o, lo más frecuente, de normalidad relativa. 
Bipolar II. En esta modalidad lo más característico son la presencia de episodios de hipomanía(estado de ánimo persistente alzado, hiperactivos, etc.) intercalados en episodios depresivos recurrentes. 

Ciclotimia. Los adolescentes que sufren de ciclotimia experimentan cambios del humor, con una intensidad mucho menor. Hay que tener especial cuidado de no confundirlos con el trastorno límite de la personalidad. 

Las recomendaciones para el manejo del trastorno bipolar en niños y adolescentes se dividen en dos apartados: 

RECOMENDACIONES GENERALES 

  • Los niños no son adultos en pequeño, los tratamientos de unos no obligatoriamente son adecuados para los otros. 
  • Una vez realizado un diagnostico correcto, la intervención terapéutica es básica y debe ser de tipo integrador. La medicación debe ser prescrita siempre por profesionales expertos. 
  • La utilización de los psicofármacos tiene que ser ponderada según el diagnostico, la gravedad de los síntomas, la fase de la enfermedad y los posibles efectos secundarios. 
  • Una vez realizada la indicación, es importante alcanzar una dosis individualizada en base a las características farmacocinéticas y farmacodinamias propias de los pacientes menores. 
  • El tratamiento debe adecuarse al contexto psicosocial propio del paciente y su familia (horarios escolares, espacios de ocio y tiempo libre, etc.). 
  • Las conductas de riesgo (abuso de tóxicos, conductas sexuales, etc.) deben ser valoradas y vigiladas a lo largo de todo el tratamiento, tomando medidas adicionales si fuese preciso. 
  • El no tratamiento puede conllevar daños graves en el niño y el adolescente con Trastorno Bipolar, así como empeoramiento de pronóstico a medio y largo plazo debido a la repercusión de la enfermedad en el funcionamiento social, escolar y familiar. 

RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS

  • El tratamiento depende de la fase de la enfermedad en la que se encuentre el paciente, tanto en lo relativo a su polaridad (manía, hipomanía, depresión, eutimia) como a la gravedad. El tratamiento difiere también en situaciones agudas o en las que hay que plantear la necesidad de tratamiento de mantenimiento. 
  • En la fase aguda de tratamiento los fármacos con mayor nivel de evidencia y con mayor rapidez de acción serian los anti psicóticos. A pesar de que la FDA ha aprobado recientemente. 
  • En aquellos pacientes con un diagnostico confirmado, en la fase de mantenimiento y/o reagudización de los síntomas, el uso de eutimizantes es una alternativa con cierto nivel de evidencia. 
  • Se recomienda el tratamiento en régimen de ingreso ante la presencia de síntomas psicóticos, negación a tomar el tratamiento o presencia de efectos secundarios severos, conductas de alto riesgo asociadas y falta de contención familiar.